martes, 30 de agosto de 2011

23 de Agosto, el Exodo Jujeño

La convicción de un pueblo por ser Libres … o morir

Para unos fue una estrategia fantástica de Belgrano, para otros simplemente una huída, pero pocos son los que valoran el aporte de los jujeños, no sólo en 1812 sino a lo largo de toda la Guerra de la Independencia.
Cuando el mes de agosto asoma en el calendario y los lapachos en Jujuy se disponen a mostrar toda su belleza, hay cuatro cosas que para los jujeños es muy difícil, casi imposible, pasar por alto. Uno, que el Viento Norte seguramente algo se va a llevar cada año; dos, que se debe cumplir con la Pachamama; tres, que la Virgen de la Asunción y los toros aguardan en Casabindo; y cuatro, recordar el significado del Exodo Jujeño de 1812, quizás el mayor aporte que haya sido entregado por cualquier provincia a la Causa de la Independencia.
Al rememorar cada 23 de Agosto aquella gesta –incomprensible para quienes disfrutan en estos tiempos de la libertad entonces inexistente-, siempre se descubren voluntades unidas que labraron la historia de la vida de aquellos hombres, mujeres y niños, de sus renuncias, de sus ansias, de sus vivencias.
El Éxodo Jujeño no fue una hazaña más en la historia de aquella América revolucionaria ni tampoco la huída temerosa de gauchos patriotas y sus familias de los godos, como algunos ilustrados quisieron hacer parecer. Fue la gesta singular de un pueblo de fuerte convicción, de sentimiento, de razón y de esperanza, y también fuertemente decidido a ser libre o morir,
Fue sin dudas un gran desafío que Manuel Belgrano, abogado y devenido en militar por una cuestión de ideales, transformó la historia y ofrendó al pueblo y a las generaciones futuras la herencia de la libertad y la grandeza.

El contexto de esos días

Ante la inminencia del avance de un poderoso ejército español desde el norte al mando de Pío Tristán, el 29 de julio de 1812, Belgrano emite un bando disponiendo la retirada general ante el avance de los enemigos. La orden de Belgrano fue clara y contundente, había que dejarles a los godos la tierra arrasada, ni casas, ni alimentos, ni animales de transporte, ni objetos de hierro, ni efectos mercantiles.
Desconfiaba profundamente de las oligarquías locales, a las que llamaba "los desnaturalizados que viven entre nosotros y que no pierden arbitrios para que nuestros sagrados derechos de libertad, propiedad y seguridad sean ultrajados y volváis a la esclavitud”, pues tenía datos precisos de que ya estaban en contacto con la avanzada española para hacer negocios con las probables nuevas autoridades, de las que habían recibido la garantía de respetar sus propiedades. Belgrano no les dejó alternativa, o quemaban todo y se plegaban al éxodo, o los fusilaba. El resto de la población colaboró fervientemente, perdiendo lo poco que tenían, que para ellos era todo.
Y Belgrano lanzó su arenga, "Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme cargo de vuestra defensa, os he hablado con verdad (...) Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reuniros al ejército a mi mando, si como aseguráis queréis ser libres".
Aquel impresionante operativo comenzó a principios de agosto de 1812. La gente llevaba todo lo que podía ser transportado en carretas, mulas y caballos. Se cargaron muebles y enseres y se arreó el ganado en tropel. Los incendios devoraron las cosechas y en las calles de la ciudad ardieron los objetos que no podían ser transportados. Sólo quedaron desolación y cenizas.
Los voluntarios de Díaz Vélez, que habían ido a Humahuaca a vigilar la entrada de Tristán y habían vuelto con la noticia de la inminente invasión, fueron los encargados de cuidar la retaguardia. El repliegue se hizo en tiempo récord ante la proximidad del enemigo. En cinco días se cubrieron 250 kilómetros y poco después la marea humana llegaba a Tucumán. Al llegar allí, el pueblo tucumano le solicitó formalmente a Belgrano que se quedara para enfrentar a los realistas. Por primera y única vez, Belgrano desobedeció a las autoridades, quienes querían obligarlo a bajar a Montevideo para combatir a Artigas, y el 24 de septiembre de 1812 obtuvo el importantísimo triunfo en la batalla de Tucumán. Animados por la victoria, Belgrano y su gente persiguieron a los realistas hasta Salta, donde los volvieron a derrotar el 20 de febrero de 1813.

EL BANDO

“Don Manuel Belgrano, general en jefe… Pueblos de la Provincia: Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme cargo de vuestra defensa, en que se halla interesado el Excelentísimo Gobierno de las Provincias Unidas de la República del Río de la Plata, os he hablado con verdad. Siguiendo con ella os manifiesto que las armas de Abascal al mando de Goyeneche se acercan a Suipacha; y lo peor es que son llamados por los desnaturalizados que viven entre vosotros y que no pierden arbitrios para que nuestros sagrados derechos de libertad, propiedad y seguridad sean ultrajados y volváis a la esclavitud.
”Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reunirnos al Ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres, trayéndonos las armas de chispa, blanca y municiones que tengáis o podáis adquirir, y dando parte a la Justicia de los que las tuvieron y permanecieren indiferentes a vista del riesgo que os amenaza de perder no sólo vuestros derechos, sino las propiedades que tenéis.
”Hacendados: apresuraos a sacar vuestro ganado vacuno, caballares, mulares y lanares que haya en vuestras estancias, y al mismo tiempo vuestros charquis hacia el Tucumán, sin darme lugar a que tome providencias que os sean dolorosas, declarandóos además si no lo hicieseis traidores a la patria.
”Labradores: asegurad vuestras cosechas extrayéndolas para dicho punto, en la inteligencia de que no haciéndolo incurriréis en igual desgracia que aquellos.
”Comerciantes: no perdáis un momento en enfardelar vuestros efectos y remitirlos, e igualmente cuantos hubiere en vuestro poder de ajena pertenencia, pues no ejecutándolo sufriréis las penas que aquellos, y además serán quemados los efectos que se hallaren, sean en poder de quien fuere, y a quien pertenezcan.
”Entended todos que al que se encontrare fuera de las guardias avanzadas del ejército en todos los puntos en que las hay, o que intente pasar sin mi pasaporte será pasado por las armas inmediatamente, sin forma alguna de proceso. Que igual pena sufrirá aquel que por sus conversaciones o por hechos atentase contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese. Que los que inspirasen desaliento estén revestidos del carácter que estuviesen serán igualmente pasados por las armas con sólo lo deposición de dos testigos.
”Que serán tenidos por traidores a la patria todos los que a mi primera orden no estuvieran prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad, sean de la clase y condición que fuesen.
”No espero que haya uno solo que me dé lugar par aponer en ejecución las referidas penas, pues los verdaderos hijos de la patria me prometo que se empeñarán en ayudarme, como amantes de tan digna madre, y los desnaturalizados obedecerán ciegamente y ocultarán sus inicuas intensiones. Más, si así no fuese, sabed que se acabaron las consideraciones de cualquier especie que sean, y que nada será bastante para que deje de cumplir cuanto dejo dispuesto.
”Cuartel general de Jujuy 29 de julio de 1812”.
Manuel Belgrano

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Repasando la Historia

La de 1812 no fue la única invasión realista, hubo otras diez

Por la situación geopolítica en los albores del Siglo XIX, Jujuy siempre estuvo en la mira de cualquier campaña militar española y ya sea por la imposibilidad de rechazarlas o contenerlas por la falta de tropas o ejército, soportó las consecuencias de once invasiones realistas, situación que suele ser ignorada por la mayoría de los libros de Historia argentina, como también es desconocido el valor y el coraje del pueblo jujeño manifestado en la encarnizada resistencia cumplida en aras de la libertad.
La primera invasión realista a Jujuy, dirigida por los generales Nieto y Córdoba se produjo en 1810. La segunda fue encabezada por el general Pío Tristán en 1812, cuando por orden de Belgrano, el pueblo de Jujuy protagonizó el Éxodo Jujeño, el 23 de agosto.
Los generales Pezuela, Ramírez y Tacón comandan la tercera invasión en 1814. Al año siguiente, en 1815, Pezuela vuelve a fracasar en su intento. Dos años más tarde, en 1817, las tropas españolas lo vuelven a intentar por quinta y sexta vez pero son rechazados en dos combates librados en la zona de San Pedro de Jujuy los días 15 de enero y 18 de diciembre de ese año.
En 1819 y en 1820 hacen el séptimo y el octavo intento, fracasaron. Un año después, en 1821 es rechazado el noveno intento; ese mismo año, en abril insisten por décima vez pero en esta ocasión en el Combate de León el daño ocasionado por los gauchos de los Valles Jujeños a las fuerzas comandadas por Marquiegui fue durísimo, por lo que se lo recuerda como el Día Grande de Jujuy.
En 1822 vuelven a intentarlo por undécima vez, con el mismo resultado y en 1825, la victoria patriota en el Combate de Tumusla pone fin a la Guerra de la Independencia, que se extendió por algo más de una década.

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